Trump

Donald Trump: De marejada a fuerte marejada (de momento). Parte II.

Algunas reflexiones sobre Donald Trump (II)

Lo que pretende hacer Donald Trump

El discurso de toma de posesión de Trump y sus primeras decisiones han diluido la idea de que quizá Trump no fuera a hacer lo que había prometido hacer. Es normal que tuvieran dudas en sociedades acostumbradas a transigir con el hecho de que los políticos prometan unas cosas y una vez sentados en el trono encuentren múltiples razones para hacer justamente lo contrario (prometer bajar los impuestos y en realidad subirlos es lo más común en muchos países; la tarea del buen gobernante, decía Maquiavelo, es sacar el dinero a los súbditos y que estos se quejen lo menos posible, consejo que en Europa se lleva a rajatabla). En el caso de Trump, un outsider en el mundo de la política convencional, parece que va a hacer lo que dijo que iba a hacer. Ya lo está haciendo y no ha pasado ni un mes. Ahí se deshacen las dudas, la imprevisibilidad. Y es coherente. Eso no se le puede negar. Aplicará lo prometido y en tal sentido ha empezado con la personalidad de un gestor estrella que va a sacar de la quiebra a una gran empresa: actuaciones rápidas, tajantes, sin concesiones ni dudas. En realidad, en un par de semanas ha cambiado más cosas que Europa en diez años, una Europa que no ha avanzado en la construcción política ni en temas vitales para la economía: armonización fiscal y unión bancaria. En España se suele repetir en los medios que hay que seguir con las reformas y al ver que solo ha habido la Reforma Laboral de febrero de 2012, uno acaba entendiendo que lo que quieren decir en realidad es: «Hay que seguir con la reforma (laboral)». Y cuando dicen que van a seguir, en realidad quieren decir que la van a cambiar. En cinco años casi justos, un pasito adelante y otro atrás como la cumbia.

¿Qué está haciendo Donald Trump?

1. En temas fiscales y arancelarios a) Bajar el tipo impositivo en el Impuesto de Sociedades hasta el 15%, lo que sin duda tendrá un efecto de atracción de empresas de todas partes a instalarse en EEUU, ya que es el mayor consumidor mundial. b) Implantar un arancel del 10% a las ganancias de firmas norteamericanas implantadas fuera de EEUU y un arancel del 35% a sus productos, con efectos similares al anterior. c) Revisar el NAFTA (EEUU, México y Canadá) con similares intenciones. d) Denunciar el TPP con países del Pacífico, ídem. Fuerte desregulación en el área financiera, lo que sin duda influirá en la banca expandiendo fuertemente su actividad y dejando al albur a la banca europea; y desburocratización administrativa, en particular para los empresarios. 2. En política de gasto público a) Derogar el ObamaCare (SS, Medicad y Medicare) y privatizar definitivamente la sanidad. Aduce Trump el desproporcionado coste de ese plan en relación a los beneficios que produce, ya que el coste de incluir a 20 millones de personas en el ObamaCare supone duplicar las aportaciones a la sanidad pública de 200 millones de personas. b) Disminuir sustancialmente las aportaciones a organismos internacionales. ONU y OTAN básicamente. c) Llevar a cabo inversiones en infraestructuras por valor de un billón de dólares para los próximos diez años, 100.000 millones de dólares cada año, plan aplaudido por la OCDE que pide a los demás países desarrollados que imiten, en eso, a EEUU. Para hacernos una idea, en los diez años anteriores a 2015, en España se invirtió en obra pública mucho: en torno a 50.000 millones de euros. En 2016, la inversión fue de 9.500 millones de euros (este anuncio es excelente para nuestras grandes empresas de infraestructura como ACS, Acciona, Ferrovial, Sacyr y OHL, que ya operan con más del 60% de sus ventas fuera de España). d) Inversiones en la industria de defensa y en minería, en carbón y petróleo (otra buena noticia para nuestras mineras y aceristas – Tubos Reunidos, Acerinox, Arcelor). 3. Relaciones económicas internacionales En los casos de los citados acuerdos comerciales, Trump va hacia los acuerdos bilaterales en lugar de la multilateralidad: abandono de las conversaciones para el Acuerdo de Asociación Transpacífico. En las relaciones con Asia, D. Trump ha acusado abiertamente a China (quien, sin embargo, no está entre los países del proyectado Transpacífico) de «juego sucio» con EEUU por varios temas: en primer lugar, por la permanente depreciación del yuan renminbi, por practicar dumping social con salarios bajísimos, sin cargas sociales, y por convertirse en paladín de la lucha contra el cambio climático cuando son los más contaminantes del mundo y tomar escasas medidas para evitarlo. Es decir, por aprovechar el librecambio sin asumir las reglas de juego. En el caso del NAFTA (EEUU, México y Canadá) aduce similares razones para romper con lo que llama competencia desleal de México por dumping social. Ha decidido revisar el acuerdo, tema que se incluye en el propio acuerdo y se hace con regularidad. El carácter sin duda chulesco e histriónico de Donald Trump, con permanente y desordenada búsqueda de la atención hacia su persona, ha magnificado y convertido en problemas cosas que no ha hecho y que no eran problemas: el muro con México lleva muchos años construyéndose; los siete países ya estaban señalados como peligrosos a raíz del 11S…

¿Cómo nos va a ir con Trump?

Con el lema «Make America Great Again» tomado literalmente del usado por Reagan en la campaña de 1980 (lo que da una buena pista de lo que opina Trump sobre Reagan y por qué terreno va a moverse), enfoca hacia el interior, hacia EEUU, los esfuerzos de las políticas públicas con abandono (ya veremos en qué medida) de la multilateralidad y del papel de EEUU como salvaguarda defensiva de las democracias del mundo occidental. Lo que tendrá una incidencia muy negativa sobre Europa, hasta ahora tutelada, cómodamente asentada sobre el presupuesto de defensa de EEUU, con evidentes muestras de dejación y que basa su funcionamiento en un mundo interrelacionado, multitodo. Trump: Make America Great Again Salvo por el incremento, previsible a todas luces, del proteccionismo, estas recetas se parecen a lo que en 1981 se llamó «reaganomics» (desregulación de los mercados financieros y fuertes bajadas de impuestos). Ciertamente Reagan tenía más tablas y más gracia que Trump. Famosa es su frase contra el demócrata Carter, su predecesor: «Una recesión es cuando tu vecino pierde su empleo, una depresión cuando pierdes el tuyo, una recuperación cuando lo pierde Carter» (que acababa de perder su empleo de Presidente). Y sobre este tema, de que va hacer lo que prometió, no cabe duda de que estamos claramente ante un nuevo orden internacional, como antes he apuntado, creo que no solo económico. En efecto, EEUU domina, con el Reino Unido, los mercados financieros internacionales. Los avances tecnológicos de las últimas décadas han sido masivamente liderados por EEUU quien ha exportado nuevas conductas y comportamientos al resto del mundo. Y digo comportamientos porque los creadores de Google, Facebook y Twitter son personas muy, muy jóvenes. Que eso ocurra en otras partes del mundo es casi imposible; hasta ahora. Y han saltado desde el mercado de la comunicación mundial hacia el mundo de los servicios: en la compraventa a nivel mundial, Amazon; o en el servicio de taxis, Uber… Y siguen los experimentos. ¿Cómo han reaccionado los políticos? Comprando móviles y tabletas. Las estructuras siguen igual, tanto las internas de ellos mismos, como las del gasto público, los impuestos, la estructura de personal público, la administrativa… Ya comenté que la UE no ha avanzado desde el 2007 salvo el rescate bancario y la QE de Mario Draghi, importada de la FED norteamericana, y las imposiciones de Alemania al resto de los países. ¿Dónde están los Zuckemberg, Larry Page, Elon Musk y Steve Jobs de Europa, una organización que no avanza por su elefantiásico tamaño? Así es complicado que surjan nuevas ideas, hombres jóvenes que den el reto a lo más avanzado, que vayan cambiando el rumbo global, adaptándonos a lo nuevo y mejorando el nivel de vida y bienestar de la gente. Y ellos triunfando, claro. En España… Dice el chiste que la idea la tiene un francés, asiático o italiano (pero no saben bien qué hacer con ella), el motor lo pone un alemán y lo coloca en un enorme armatoste, el inglés le da la forma para que tenga utilidad y empieza a usarlo, el norteamericano lo implanta en todo el mundo, el chino lo fabrica hasta para los marcianos, nosotros los españoles sacamos un Real Decreto regulando la cuestión, Montoro le clava varios impuestos y Carmena prohíbe las carreras de galgos. En resumen, insisto, en el tema del proteccionismo, que es el de mayor envergadura con diferencia sobre los demás, y que se les puede volver como un boomerang. Esperemos que no cometa un error tan grave. En 1930 el Presidente Hoover, atendiendo a las demandas proteccionistas de sus electores, sancionó la Ley Hawley-Smoot con fuertes subidas arancelarias a 20.000 productos de importación. Consecuencias: disminución del comercio internacional, aumento de aranceles de 23 países a los productos norteamericanos y subida de precios en EEUU. Por último, pérdidas económicas de los estadounidenses y de los demás. Como Trump lleve a cabo el proteccionismo que predica, acabaremos todos mal, empezando por los norteamericanos porque el tiempo pone a cada cual en su sitio. Otra cosa es que se matice parte de lo que está siendo la globalización.
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