Marco institucional del Brexit

El Brexit supone el primer caso de salida del bloque europeo desde que se firmaron los primeros tratados tendentes a la desaparición de fronteras en Europa, empezando por el de la Constitución del BENELUX que instituían entre Bélgica, Holanda y Luxemburgo en 1944; y el del Carbón y del Acero, en 1951, entre los mismos seis que luego firmaron el Tratado de Roma mediante el que se creó la Comunidad Económica Europea en 1957, y más acuerdos aún hasta la fecha, con los Tratados de Niza, Ámsterdam y Lisboa.

Se trata ahora de un bloque europeo que componen 28 países de los que 19 utilizan el euro. El Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, actualmente está en la Unión Europea, pero declinó adoptar el euro.

El PIB de la zona euro alcanza la cifra de 10,4 billones de euros, segundo mundial tras EEUU (16,2 billones de euros) y por delante de China (9,9 billones de euros); y es el primer bloque económico mundial si se consideran los 28 países que componen la UE (más de 17 billones de euros).

Mapa UE

EFECTOS DE LA SALIDA DE LA UE DEL REINO UNIDO DE LA GRAN BRETAÑA E IRLANDA DEL NORTE

En realidad, como aún ni siquiera se ha iniciado la negociación entre las dos partes (la UE a través de la Comisión y del Consejo, por una parte, y el Reino Unido por la otra parte, que debe invocar previamente la aplicación del art. 50 del Tratado de la Unión que se refiere a la salida de un miembro de la misma), pues no hay cambio real alguno en el estatus del Reino Unido dentro de la UE.

Lo que está habiendo son reacciones aparentemente psicológicas, algunas más bien especulativas, que afectan a los mercados financieros y de divisas. Aquí vale lo que decía Ortega y Gasset: «los malvados descansan algunas veces, los necios jamás». El día 24 de junio, tras el Brexit del 23, millones de personas se lanzaron a vender libras. ¡Vamos allá, todos a la vez!

Ahora deben cerrar esas posiciones vendedoras, comprando libras, y probablemente queden muchos pillados porque vendieron barato y ahora compran caro (no hay más que ver cómo está mejorando ahora la libra y las bolsas, no por mejoría de nada, sino por escape de los bajistas en esos exagerados vaivenes que se producen en los mercados). Con lo que queda matizada esa violenta reacción inicial.

No solo eso, sino que «stricto sensu«, las exportaciones del Reino Unido al resto del mundo en general y a la UE en particular, deberían aumentar durante este año 2016, por la sencilla razón de que las fronteras económicas de sus clientes siguen igual de abiertas que antes del referéndum, y sin embargo, la depreciación de la libra a día de hoy desde el referéndum es del 9,5% en menos de un mes. A lo cual supongo que ya casi están habituados los británicos, puesto que desde el 1 de enero de este año, la depreciación es del 15,4 % respecto al euro.

Referéndum Brexit

Y como conservan totalmente las competencias monetarias para mover o no la liquidez del sistema y los tipos de interés, pues hacen otro ajuste sin mayores contratiempos. (En España el ajuste lo estamos haciendo vía austeridad, es decir, apretándonos fuerte el cinturón, a la altura del estómago, mediante fuertes ajustes salariales y de beneficios empresariales. Nosotros no hemos podido hacer devaluaciones ni cosa que se le parezca, los británicos hicieron su QE particular hace ya tiempo). No está mal el pragmatismo británico. Para ellos no está mal.

En efecto, la depreciación de la libra no les viene nada mal. Desde tal punto de vista, el PIB técnicamente ha de aumentar con la mejora del saldo comercial exterior, al igual que los precios, y por tanto tendrán que tocar los tipos de interés con lo que la libra recuperará el terreno perdido, una vez ajustado, para bien, su sistema económico y social.

Ahora bien, la posibilidad de deslocalización de Londres como centro financiero mundial, eso sí son palabras mayores, supondría un tremendo golpe a la economía británica.

Conviene recordar que la segunda partida de exportación del Reino Unido es el oro.

Casi 40.000 millones de dólares. No en vano, allí está el gran centro institucional mundial del metal amarillo: la London Bullion Market Association con sede en Londres y cuyos miembros son la mayor parte de los bancos centrales del mundo, inversores privados, minería del oro y refinerías.

En los servicios financieros trabajan cerca de 500.000 personas en la City de Londres. La experiencia, la tradición, el idioma inglés y que realmente no cierra en las 24 horas del día, explica que Londres, junto a Nueva York, sea la capital mundial del dinero y las finanzas.

Resumiendo: Londres genera un PIB anual igual prácticamente al de España entera.

 

¿QUÉ PASARÁ?

Pensar que esos servicios, por el tema del Brexit, se van a ir a Frankfurt, París o Madrid es estar más bien en un limbo de inocencia.

Al igual que la desvinculación de Escocia, sobre todo, e Irlanda del Norte. Ante tales eventualidades, Reino Unido quedaría en paños menores como una economía irrelevante en relación a lo que es ahora. Y políticamente sería un desastre para todo Occidente.

Esa alternativa no parece viable. Creo que los británicos harán lo que sea para evitarlo. Excepto no aplicar el resultado habido en el referéndum. Eso es sagrado. No pueden dejar de aplicarlo, ni les dejarían hacerlo el resto de las democracias occidentales. Es imposible. Irían contra la esencia de la democracia.

Tampoco parece posible repetir el referéndum exigiendo para el resultado una mayoría más cualificada que la mayoría absoluta, ya que «haberlo pensado antes», sería como jugar al solitario ante las cámaras de la tele y hacerse trampas a uno mismo.

Y además se abriría la caja de Pandora: en todos los países de la UE, hay gente y grupos políticos que buscan ansiosamente precedentes para armar todo tipo de  referéndum y consultas. Es mucho riesgo el volver atrás.

Pero aprobar el referéndum Brexit en el Parlamento, cuando la mayoría está por seguir en la UE, y luego presentarlo en Bruselas, no parece tarea fácil. La negociación ya sería otra cosa, más aun si la persona responsable de la misma por parte del Reino Unido es alguien del talante de la política tory (partido conservador). Theresa May ya ha anunciado: «haré la tarea que se me encomiende».

Fusión de banderas de la UE y el Reino Unido. Brexit.

Mi opinión es que se firmará un acuerdo entre el Reino Unido y la Unión Europea que permitirá decir a unos y a otros, a todos, que el Reino Unido está en la UE (en la práctica) y que el Reino Unido no está en la UE (formalmente, en la teoría). ¿Milagro?

No. Es lo que conviene a todos, y por eso creo que es lo más probable. Con lo cual se desactivaría, en sus efectos, el resultado del BREXIT, aunque se cumpliría estrictamente el mandato de las urnas. Aun así todo el camino me da la impresión que va a discurrir por bordes, por márgenes estrechos.

He exagerado en las líneas anteriores lo que debería ser el proceso de negociación y el resultado para ambas partes. En todo caso, todos buscarán que se produzca el mínimo daño posible, con la ventaja de que el daño que una propuesta, cualquier propuesta, que cada cual presente a la otra parte negociadora, le va a dañar también al proponente.

Pero ahora se necesitan como políticos a hombres de Estado, a quienes deben seguir a pie, sin titubeos, los mejores gestores.

Lo malo es que aparentemente en la UE, y en el mundo, no se ven personajes de la talla de Adenauer, Churchill o De Gaulle. Ni como Robert Schumann. En fin, de esos que pensaban en las próximas generaciones, en vez de en las próximas elecciones… Eso es lo más preocupante, ya que se puede analizar el BREXIT como síntoma más que como un problema. El síntoma de que los políticos europeos, con la Comisión al frente, están siendo incapaces de resolver las dos grandes incógnitas para el futuro de la Unión: los flujos migratorios y la política de austeridad que crea crecientes desigualdades. Ambos hechos aumentan el nacionalismo y el populismo. Son corrientes centrífugas para la unión de Europa.

Es curiosa la evolución de las actitudes de los humanos. Los que hace poco tenían prisa – los británicos – ahora parecen tener plomo en las botas. En cambio, los del resto de Europa que antes temían lo que pasara, ahora les ha entrado la prisa. Deben acomodar ambos el paso para caminar otra vez juntos, a ritmo.

¿La libra? Ya ha bajado mucho. Cuando oigo a algunos gurús decir «la libra va a la paridad», me acuerdo de aquellos que estando el oro a 1.800 $/onza decían: «veo el oro a 2.500/3.500 $/onza, incluso a 5.000 $/onza». Veían demasiado porque el brillo del oro les cegaba. Que ahora no ciegue el miedo. O sea, compre libras si a usted le atrae el riesgo y quédese tranquilo si ya las tiene. El Reino Unido no se va a desmoronar y menos aun cuando hay dos años para que ocurra esa imposible catástrofe.

Haga como los ingleses: ante las urgencias de los demás, take it easy, tiempo al tiempo; y el té a las cinco.

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