¿Otra vez crisis global?
El descenso del precio del petróleo, que ha dominado los fuertes vaivenes de las bolsas de valores y de las expectativas económicas en el pasado año y en las semanas que llevamos de 2016, viene a ser resultado de haber aumentado la producción mundial de crudo sobre todo a través de la fractura hidráulica en EEUU y por una menor demanda global, especialmente la proveniente de China, ahora primer importador mundial de crudo. Y de casi todas las commodities.
En la actualidad el tema dominante es la economía de China (segunda economía global). Hay poca credibilidad respecto a las estadísticas económicas de China, que indican ahora una leve ralentización, con un aumento del PIB en torno al 6,3% – 6,9% mientras que estimaciones internacionales señalan que el PIB de China se mueve en el entorno del 3/4%. Estas estimaciones toman como base datos reales: los descensos en el comercio exterior de China, los grandes inventarios existentes y el hecho de que muchas plantas industriales estén funcionando al 50% de su capacidad.
China desea pasar de forma suave y escalonada desde un modelo basado en el sector industrial y en las exportaciones, al de una economía con mayor madurez donde dominen el consumo interno y los servicios.
Ese paso de uno a otro modelo es complicado y tiene repercusiones claras, a corto plazo, inminentes, en el resto del mundo. Ya que China es el primer exportador mundial, pero también el primer importador.
Da miedo pensar en depreciaciones adicionales, fuertes, del yuan para dar salida a los inmensos stocks acumulados en las fábricas de China porque supondría trasladar al exterior la temida deflación.
En otros ámbitos geográficos, la disminución del precio de las commodities (petróleo, hierro, aluminio, bauxita, cobre) está produciendo severos daños en los países exportadores de las mismas: Rusia, Canadá, Australia, Sudáfrica e Iberoamérica (particularmente Brasil, Chile, Colombia, México y sobre todo Venezuela).
Y ahora, con el pesimismo instalado en los mercados globales, han empezado a cruzarse opiniones sobre el futuro. El stablishment, C. Lagarde Directora del FMI, indica que aunque las revisiones del crecimiento económico mundial son a la baja, no ve mayores problemas con el yuan. George Soros, quien tumbó la libra en un memorable choque con el gobierno británico, apuesta por una depreciación fuerte. Lo ha dicho en Davos hace apenas una semana: «China´s economy is headed for a hard landing, a slump that will worsen global deflationary pressures, drag down stocks and boost U.S. government bonds «.
La contestación de las autoridades chinas no se ha hecho esperar advirtiendo a Soros sobre ir contra el yuan. El hecho cierto es que en el último mes China ha perdido unos 100.000 millones de dólares, como salidas de capital, si bien es apenas un 3% sobre sus inmensas reservas. Si a ello se une el titubeante y débil crecimiento de EEUU, la Unión Europea y Japón, tendremos un cuadro con tintes más bien sombríos.
En realidad, los mercados sobreactúan y temen que se registre otro seísmo como el ocurrido el pasado mes de agosto, pero lo que late en el fondo es que las cacareadas reformas de los mercados, no han sido tales y los sectores financieros particularmente en Europa (Italia sobre todo, y también Alemania, Deutsche Bank) y en China muestran debilidades preocupantes.
Las autoridades han utilizado hasta la saciedad el monetario «gas de la risa«, regando los mercados con ingentes cantidades de dinero que, ahora ya, apenas tienen efectos sobre la economía real. Comprando bonos al sector público, a quien la financiación sale a coste cero y deudas incobrables en los activos bancarios. Al tiempo, han provocado disparatadas disminuciones en el rendimiento de los activos financieros, con lo que los inversores no han tenido otra salida que comprar y comprar cualquier otra clase de activo líquido, hinchando sus precios, lo cual es lisa y llanamente crear burbujas. Las bolsas tienen ahora un PER medio (relación de precio a beneficio de la empresa) en torno a 16, lo suyo sería más o menos la mitad.
Apenas queda espacio para las políticas públicas, ya casi sin capacidad de maniobra. La monetaria por tener ya las QEs (Japón, EEUU, UE, RU y en cierta medida China). Las fiscales por haber déficits muy elevados, alta presión fiscal y enormes endeudamientos.
Con este panorama, ¿qué pasa con el oro? En las últimas semanas está registrando notables subidas moviéndose cercano a los 1.200 $/onza. Es la última burbuja. En la medida en que continúen los desajustes actuales, volverá, como siempre ocurre en estas situaciones, a ser el refugio final por antonomasia.